lunes, 6 de junio de 2016

Metropole, el hotel del horror

Monumento a las víctimas de la Gestapo
En Viena, caminando por el Franz Josefs Kai en las inmediaciones del Danubio, es fácil encontrarse con un monumento en piedra, erigido para que el mundo no olvide nunca a las víctimas de la crueldad nazi. Está en la Morzinplatz y se ha construido con granito procedente de la cantera del campo de concentración de Mauthausen, a la que se accedía por la tristemente célebre escalera de la muerte.

En medio de los bloques de piedra, una estatua en bronce simboliza a los que han logrado sobrevivir a los campos de exterminio del nazismo. El monumento sustituye a otro que en 1951 había sido levantado en el lugar financiado por los supervivientes. Éste se erigió tras la guerra donde estuvo situado anteriormente el lujoso Hotel Metropole, expropiado en 1938 por Heydrich, jefe de la policía secreta de la Alemania nazi, para establecer en él la sede de la Gestapo. El Metropole se convirtió en el departamento más importante de la Gestapo durante el tercer Reich alemán, al que diariamente eran llevados cientos de judíos para ser interrogados y torturados.

Hotel Metropole
Durante las primeras oleadas de arrestos masivos, en abril y marzo de 1938, los simpatizantes del régimen austro-fascista anterior fueron detenidos, igual que muchos comunistas, socialistas, judíos y sindicalistas. En diciembre de 1938, casi 21.000 prisioneros políticos habían sido detenidos. Más de la mitad de los 22.000 internos que llegaron al campo de concentración de Dachau ese año eran austriacos. Posteriormente, este Cuartel General de la Gestapo vienesa fue transformado en un centro de agrupación de los judíos, antes de ser transportados hacia los campos de concentración. 

Muchos de los presos que entraban en el antiguo hotel no lo hacían por la puerta principal, sino por la trasera, en la Salztorgasse. Desde allí eran directamente conducidos a las celdas. La mayoría de estos detenidos fueron sometidos a torturas y muchos murieron a manos de los oficiales de la Gestapo, otros se suicidaron o fueron enviados a campos de concentración.

En el monumento, una inscripción del presidente de la asociación de supervivientes de los campos de concentración dice: “Aquí se alzaba la casa de la Gestapo. Fue un infierno para los que creían en Austria. Para muchos de ellos, la puerta de la muerte. Se convirtió en ruinas, como el Reich milenario. Pero Austria resucitó y con ella nuestros muertos, las víctimas inmortales “. 

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