El 5 de agosto iniciamos nuestra aventura ciclista. Cuando ya quedan menos de dos meses hay que montarse en la bici. Es hora de echarse a la calle, es momento de ponerse las pilas, sobre todo para los que no rodamos de manera regular. No podemos esperar a estar pedaleando por Austria para darnos cuenta de que deberíamos de haber
tenido en cuenta alguna cosilla antes.
La excursión que vamos a hacer este verano es fácil, el terreno es llano y no hace falta estar físicamente muy preparado para poder disfrutar plenamente de ese viaje por el Danubio austríaco. Pero no todo es coser y cantar. Hay que cuidar algunos detalles para que nada nos impida pasárnoslo bien, que es de lo que se trata.
Una de las partes del cuerpo que se suele resentir, especialmente para los poco rodados, es el culo. Incluso los (y las) que utilizan habitualmente la bicicleta, se quejan de que les duele el trasero o de que sufren rozaduras en sus partes nobles después de estar mucho tiempo sobre el sillín.
Siempre es fácil que nuestras zonas más delicadas nos pasen factura si las sometemos a un trabajo o un sobreesfuerzo al que no está acostumbradas.
Por eso es preciso ocuparse de estas cosas ahora, porque después la solución es más complicada. En principio la solución es sencilla, hay que ponerse a rodar y hay que empezar a hacerlo ahora que estamos a tiempo. Nos servirá para ir mejorando nuestra forma física, que siempre viene bien, y para lo más importante, que es ir encalleciendo el culo.
Durante este tiempo preparatorio podemos aprovechar para probar el culote o los culotes que vamos a utilizar, comprobar si nos produce irritaciones o rozaduras y ver si las anulamos usando vaselina, un gel o una crema. Son muchos los factores en los que podemos incidir para que nuestras zonas de apoyo se quejen lo menos posible.
Es por sí una postura incómoda. Ni nuestros cuerpos están preparados para pasar mucho tiempo en un asiento tan ridículo e incómodo, ni nuestro culo está diseñado para estar horas y horas soportando todo el peso corporal. Con toda seguridad nos quejaríamos igualmente si pasásemos cuatro horas en el salón de casa viendo la televisión sobre el sillín de una bicicleta. Por eso, hay que empezar ahora a rodar sin prisas. Tenemos que entrenarlo a sufrir si no queremos que el culo nos amargue el viaje. En principio rutas cortas para ir alargándolas poco a poco a fin de incrementar progresivamente el tiempo que estamos sobre el sillín.
Hay que tomárselo en serio y ser un poco constantes pero si algún día nuestras zonas nobles se quejan es preferible no salir y esperar a que se recuperen. Conforme pasemos más tiempo en la bici y vayamos haciendo más kilómetros, la cosa
mejorará.
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